La semana pasada la pasé descansando en Portugal, cerca de Mira, un pueblo al sur de Aveiro.
Comimos en un pequeño restaurante que hacía honor a su nombre: O Escondidinho con todo el ambiente decadente que imaginamos en un país que parece haberse estancado por la crisis.
La gente es más amable que nunca, eso sí, y te hacen sentir como en casa allá dónde vayas.