Me encanta adaptarme al horario de fuera de España, y cenar pronto en verano tiene la ventaja de que se puede hacer con la luz anaranjada del sol poniéndose.
Nos quedamos sólo a la cena, algo parecido a la Comida en la Calle de Avilés, bastante más pequeño y con las mesas algo más cuidadas. En un lateral de la calle se disponían casetas de madera en las que distintas agrupaciones del pueblo ofrecen comida y bebida, que sirven en las mesas alargadas de la otra acera.
Nosotros nos pedimos la comida en la caseta de la Associação dos Caçadores de Mira que, contra lo que sugería, ofrecía platos de pescado. Lo que nos pedimos fue un riquísimo Polvo a Lagareira y una botella de vinho verde. Memorables.
Entre la temperatura, el ambiente, la comida... no dudamos en volver al día siguiente. Pero sólo duraba un día!! una pena!